En América, hecha de caucho, la pelota puede ser saltarina como en ningún lugar...
La
cámara de goma, hinchada por inflador y recubierta de cuero, nació a
mediados del siglo pasado, gracias al ingenio de Charles Goodyear, un
norteamericano de Connecticut. Y gracias al ingenio de Tossolini,
Valbonesi y Polo, tres argentinos de Córdoba, nació mucho después la
pelota sin tiento. Ellos inventaron la cámara con válvula, que se
inflaba por inyección, y desde el Mundial del 38 fue posible cabecear
sin lastimarse con el tiento que antes ataba la pelota.
Hasta
mediados de este siglo, la pelota fue marrón. Después blanca. En
nuestros días, luce cambiantes modelos, en negro sobre fondo blanco.
Ahora tiene una cintura de setenta centímetros y está revestida de
poliuretano sobre espuma de polietileno. Es impermeable, pesa menos de
medio kilo y viaja más rápido que la vieja pelota de cuero, que se ponía
imposible en los días lluviosos.
La llaman con muchos nombre:
el esférico, la redonda, el útil, la globa, el balón, el proyectil. En
Brasil, en cambio, nadie duda que es mujer. Los brasileros le dicen
gordita, gorduchinha, la llaman nena, menina, y le dan nombres como Maricota, Leonor o Margarita.
Pelé
la besó en el Maracaná cuando hizo su gol número mil. Di Stéfano le
erigió un monumento a la entrada de su casa, una pelota de bronce con
una placa que dice Gracias, vieja.
Ella es fiel. En
la final del Mundial del 30, las dos selecciones exigieron jugar con
pelota propia. Sabio como Salomón, el juez decidió que el primer tiempo
se disputara con pelota argentina y el segundo tiempo con pelota
uruguaya. Argentina ganó el primer tiempo y Uruguay el segundo. Pero la
pelota también tiene sus veleidades, y a veces no entra al arco porque
en el aire cambia de opinión y se desvía. Es que ella es muy ofendidiza.
No soporta que la traten a patadas, ni que le peguen por venganza.
exige que la acaricien, que la besen, que la duerman en el pecho o en
el pie. Es orgullosa, quizás vanidosa, y no le faltan motivos: bien
sabe ella que a muchas almas da alegría cuando se eleva con gracia, y
que son muchas las almas que se estrujan cuando ella cae de mala
manera..."
Fragmento de "El fútbol a sol y sombra", de Eduardo Galeano.
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