LA METÁFORA: EL ÁRBOL
Dice José Saramago (1998): “la metáfora es siempre la mejor forma de explicar las cosas”.
Nos sustrae la metáfora del árbol porque: es un ser vivo en constante crecimiento. El árbol, además, crece hacia arriba y hacia abajo. Las raíces se hacen más fuertes, más extensas y más profundas. Las ramas se van haciendo más frondosas y los frutos más abundantes y sabrosos. No está hecho el árbol de una vez por todas, de una vez para siempre, como sucede con la participación (Santos, 1994). Su crecimiento es lento y constante. No hay milagros que conviertan la semilla de la participación en un árbol frondoso que da sombra y que produce frutos.
TERRENO DEL ÁRBOL DE LA PARTICIPACIÓN
El árbol está plantado en un terreno, no se desarrolla en el aire, en el vacío, no crece en cualquier parte sino en un contexto que puede ser más o menos propicio para el desarrollo.
“No es fácil que en terrenos de humus empobrecido arraigue rápidamente el árbol de la participación. No es fácil que en zonas umbrías (sin transparencia democrática) crezca el árbol de la participación” (Santos, 2003b: 16). Los primeros espacios de participación del sujeto son la familia y la escuela, y desde estos se le induce a participar, enterarse y aportar soluciones a los problemas que se le presentan en su entorno; que sienta la necesidad de hacerse parte, que genere ideas, y que crea que su ayuda contribuye a mejorar las condiciones del espacio en el que interactúa.
RAÍCES DEL ÁRBOL DE LA PARTICIPACIÓN
Se pretende que el árbol de la participación tenga raíces fuertes y sólidas, fundadas desde la pedagogía y el currículo, pues es en la escuela donde se debe vivir una verdadera participación ciudadana democrática.
EL MÉTODO: LA SAVIA
La savia que recorre los vasos de este árbol está hecha de actitudes, valores y comportamientos democráticos. Como elemento vivificador del árbol es la democracia el principal agente que le permite mantenerse vivo y crecer.
Volver sobre lo hecho para dar cuenta de cómo se hizo, es aprender de nuevo, es mudarse a la reflexión para comprender por qué se eligió un camino y no otro, es entrar en diálogo y facilitar el Conocimiento.
TRONCO DEL ÁRBOL DE LA PARTICIPACIÓN
“La escuela es la base de la república; la educación la condición indispensable de la ciudadanía” (José Pedro Varela, 1874).
La palabra participación proviene del verbo latino participare, que significa tomar parte. La participación requiere de un alto grado de compromiso y responsabilidad y necesita ser potenciada a través de la Educación.
Según Sonia Lavín (1996) hay cuatro “niveles” de participación: un primer nivel que significa “tomar parte”, que remite a un grado mínimo de interés y permanencia; un segundo nivel donde los usuarios “son consultados” sobre un programa o proyecto; un tercer nivel de “cogestión”, que implica una intervención directa del sujeto en su definición y desarrollo; y un cuarto nivel de “autogestión”, que constituye propiamente una toma de decisiones a partir de las propias necesidades de los sujetos.
La verdadera participación se da cuando se toman decisiones compartidas, y para ello los actores intercambian conocimientos y posiciones sobre las medidas que se deberían adoptar, generando procesos en los cuales se sienten implicados y responsables.
La escuela es el escenario privilegiado para el ejercicio de la participación a través de la reflexión, la discusión y los aportes sobre lo que se es y se quiere ser como personas, como actores sociales y como comunidad educativa.
La Ley General de Educación (18437) establece en su Artículo 9º que: La participación es un principio fundamental de la educación, en tanto el educando debe ser sujeto activo en el proceso educativo para apropiarse en forma crítica, responsable y creativa de los saberes. Las metodologías que se apliquen deben favorecer la formación ciudadana y la autonomía de las
El mayor desafío será el de aprender a VIVIR LA DEMOCRACIA para la formación de los alumnos. Esto implica, la búsqueda de nuevas formas de relación entre los diferentes miembros de la comunidad educativa, la construcción y el intercambio de saberes y la interiorización de los valores democráticos.
RAMAS DEL ÁRBOL DE LA PARTICIPACIÓN
“El árbol tiene ramas por las que la savia avanza y se diversifica para producir hojas y frutos. Aunque el tronco es único las ramas se multiplican” (Santos, 2003a: 82)
Los espacios de la participación constituyen las ramas.
HOJAS DEL ÁRBOL DE LA PARTICIPACIÓN
El árbol de la participación es perennifolio.
En cada uno de los ámbitos que constituyen las ramas del árbol aparecen las hojas que se multiplican en acciones multiformes. (Santos, 2003b: 21).
Entre ellas las acciones de: informar, informarse, dialogar, dudar, dar ejemplo, reflexionar, colaborar, controlar e innovar (Santos, 2003b: 21-22).
FRUTOS DEL ÁRBOL DE LA PARTICIPACIÓN
Cuando se desarrolla un verdadero ejercicio de participación democrática, lo primero que aflora es la motivación de los involucrados, dado que se hace como suyo los frutos y ello genera un interés especial por fortalecerlo, por protegerlo y desvanece poco a poco ese sentir colectivo de distanciamiento y pasividad que se le atribuye a la escuela cuando trata de impulsar procesos de participación.
Otro fruto, que se deriva del fortalecimiento de la participación y la democracia, es el conocimiento de otros puntos de vista, y esto se posibilita cuando se aprende a escuchar opiniones diversas, no importa su origen y su intensión, de ellas se extrae lo que se considere importante, pero lo esencial es que se aprende a estar en constante apertura como abierta es la complejidad.
El fruto final esperado es la formación de ciudadanos críticos, solidarios y libres.
Resumen extraído de: “Democracia transformadora para una escuela abierta y conciliadora” (Walter Humberto Montoya y Sandra Yaneth Zapata Velasquez)
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